Reflexión
final
Mario Ranilla
Mario Ranilla
Me encantaría poder resumir la lengua y nuestra asignatura
en unos cuantos párrafos, pero me temo que sería imposible y querría que
quedara bien reflejada en este blog que nos ocupa.
¿Qué es la lengua? Es la comunicación y la unión entre los
seres humanos. Es aquello que nos permite expresar lo que pensamos y sentimos hacia
los que nos importan o una defensa frente al intolerante. La lengua es libertad
de expresión frente a la ignorancia. Es cambiar a los que están a nuestro
alrededor.
Hemos aprendido que la lengua se puede aprender de multitud
de formas, que no debemos coartar a nuestra imaginación y creatividad para
hacer llegar la palabra y todo lo que ello conlleva a los más pequeños.
El debate como herramienta de construcción de conceptos y
realidades es un arma poderosa con la que podemos jugar. Además, me parece que
puede ser una gran oportunidad para educar en el respeto y no en el conflicto
cuando se trata de compartir ideas. Enseñemos a los niños un ejemplo de civismo
que los políticos no quieren transmitir, por ejemplo.
Expresarse frente a un grupo, que además sabes que te van a
cuestionar lo que argumentas, es un ejercicio muy productivo de poner a prueba
lo que sabes y cómo lo sabes; de si sabes transmitirlo y sabes convencer. O,
mejor dicho, llegar a un punto medio, o, mejor dicho, llegar a un consenso.
La lengua nos da lo que necesitamos para que el día de
mañana no nos sintamos engañados, o si lo estamos siendo, que sepamos con
certeza de que es así y actuar en consecuencia.
Por ello los niños necesitan, y cada vez antes, comprender
la importancia de la misma. Pero no hablo de que deban aprender a leer según
salen del vientre de la madre, si no que deben ser conscientes de que con la
comprensión de las palabras y su contexto serán capaces de entender el mundo
que les rodea mucho más rápido. Y para aquellos niños que tengan dificultades,
debemos ser pacientes y muy conscientes de la importancia de formarnos para
tener los recursos suficientes para identificar rápido esas deficiencias y
poder atajar el problema desde el principio; ya sean disgrafías, dislalias,
dislexias… Nadie se queda atrás.
Debemos transmitirles que es importante saber escribir bien
las palabras y ordenarlas de la manera en la que estaban escritos nuestros
pensamientos, para plasmarlos lo más aproximadamente posible. Disfrutamos
nosotros, disfruta el lector y disfruta nuestro aprehendizaje.
Pero, ahora bien, debemos transmitir todos estos gustos por
nuestra lengua de manera que el alumno se sienta que está en su casa. Escapemos
ya de la memorización sin sentido, de la repetición infinita y de las oratorias
interminables en las que hasta un felino podría escuchar tumbado en el sofá.
Debemos ser ambiciosos para hacer llegar todas estas ideas importantes que comentamos
a nuestros alumnos, que nosotros somos “el motor del cambio”, pero ellos son
los que los serán en el futuro.
Pero me quiero detener en una cuestión que ha estado muy
presente en la asignatura, que es el debate.
En mi educación ha estado muy presente la crítica y la
libertad de expresión desde muy pequeño. Mis padres siempre han dejado que
piense lo que mejor considere con respecto a ciertos temas, con cierto límite
por supuesto. Esto quizás me llevó a pensar que las ideas que yo tenía sobre
educación, política o creencias religiosas eran sin duda las “correctas” y el
que no pensaba igual tenía un problema de conceptos.
Esta universidad en general y la asignatura de Lengua en
particular, me ha ayudado a ver más allá de mis propias opiniones. No significa
que tenga que estar de acuerdo o que no tenga que defender lo que pienso frente
a ideas contrarias, pero sí me ha ayudado a escuchar y comprender por qué no
piensan como yo.
También debo decir que me ha ayudado a analizar una pequeña
parte de la sociedad en nuestra aula. Descubrir el por qué se critica tan gratuitamente
a los profesores en general por casos particulares, por ejemplo, o por qué hay
una visión tan sesgada de la educación en ciertas clases sociales. Falta de
realidad en muchas ocasiones supongo.
Con esto quiero explicar que creo que he comprendido muchas
cosas sobre la necesidad del debate en nuestras vidas. De manera que aprendamos
que es una herramienta muy potente para escapar de la crispación de las
conversaciones sobre temas que podrían ser sensibles, para que sepamos
tratarlos desde el respeto y que nunca nadie se quede bloqueado por falta de
sensibilidad frente a lo que expone.
También me he dado cuenta de que frente a los argumentos
vacíos sólo sirven los argumentos contrastados, los datos y conocimientos con
una base teórica que sea imposible de negar, aunque a veces no es suficiente.
Esto me parece que puede tener un beneficio, no sólo en el
qué y el cómo lo decimos, si no que se puede extender al conocimiento social y
del ser humano. Me explico, los niños muchas veces preguntan a los mayores los
motivos de las actuaciones de las personas, porque no entienden, por falta de
experiencia, comportamientos, enfados o alegría de sus propios compañeros y
adultos. Mediante el debate creo que se les puede dar esa experiencia para
conocer a los demás y cómo piensan, que después usaran para sus relaciones sociales.
Por concluir, también le veo beneficios para enfrentarse al
mundo virtual en el que viven, donde las falsedades e intenciones escondidas
afloran en cada esquina. Mente crítica, defensa frente a los engaños y lavados
de cerebro.
Esta es mi humilde reflexión, que guardo aquí y en mi memoria
para mi beneficio y para el que lo quiera entender.